Poco hemos aprendido de las enseñanzas de las recientes crisis que padecemos como consecuencia del Cambio Global, aún de mayor alcance que el Cambio Climático.

Hoy ya estamos sufriendo de manera directa sus consecuencias. En enero del 2021, recibimos la visita del temporal Filomena, un evento climático extremo que los expertos pronostican que serán cada vez más frecuentes en la región mediterránea en la que vivimos.

Mientras que desde final de 2019 venimos sufriendo una pandemia global a la que Tres Cantos no es ajena, también asociado al cambio global, que profundiza la pérdida de la biodiversidad y su efecto acelerador de las zoonosis.

Hace un mes la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir declaró situación de sequía extraordinaria.

Podemos encontrar otros ejemplos de fenómenos asociados que nos afectan, pero es interesante reflexionar sobre como muchas de nuestras actividades contribuyen a acelerar este cambio, actividades tanto individuales como colectivas que nos vinculan directamente como responsables.

Entre otros, nuestros hábitos de consumo fuertemente condicionados por un sistema económico irresponsable e insostenible, basado en la extracción de recursos y la producción de residuos por encima de la capacidad de regeneración de la biosfera. Consumimos y arrojamos desperdicios despreocupados de las consecuencias, engañados por el sistema que oculta su incapacidad para gestionarlos, en lo que podríamos calificar como un modelo fallido.

Este sistema cuenta con un potente lobby negacionista, que emplea muchos recursos para desacreditar los estudios y previsiones científicas que cuestionan directa o indirectamente la sostenibilidad de este modelo económico.

Pero la realidad es tozuda y en pocos años nos encontraremos con una situación de crisis crónica que tendrá unos costes muchísimo más altos que los beneficios que se puedan obtener alargando esta agonía.

Volviendo a nivel municipal observamos como el Ayuntamiento planifica su gestión ajena a su responsabilidad sobre el futuro de los vecinos.

Disponiendo de un gran presupuesto, su planificación se destina fundamentalmente a actividades que eran propias de épocas pasadas: la expansión urbanística de la ciudad por el Norte, la artificialización y redución de los espacios naturales que se mantenían solos, con la generación de nuevos proyectos que aumentarán significativamente el coste del mantenimiento y el consumo de recursos como el agua y la energía.

Mientras, la cuenta de pendientes crece: sin planificación en la reducción de residuos urbanos retrasando la implantación del quinto contenedor de residuos orgánicos o la externalización de la gestión de residuos en macrovertederos obsoletos como el de Colmenar Viejo, que amenazan la calidad del aire o las reservas subterraneas de agua sobre las que se asienta.

Tampoco ayuda la falta de planificación en la movilidad interurbana por transporte colectivo y de bajas emisiones, que sigue basándose en la promoción del transporte privado y la falta de incentivos en el colectivo. Este modelo continuista está destinado al fracaso medioambiental por alta generación de gases contaminantes por el consumo de combustibles fósiles, cada vez más caros, sin que el consistorio haya realizado una planificación a futuro, y por lo tanto abandonando disponer de la capacidad de reacción para cambiarlo a medio o largo plazo.

La gestión de parques y jardines tiene un coste de mantenimiento de 4 millones de € anuales e incluye, entre otras prácticas poco sostenibles, la sustitución periódica de flores de temporada, o la utilización de plantas no adaptadas a la climatología local, que en pocos años conlleva el talado y sustitución del arbolado enfermo. A esto hay que añadir en el gasto de una ingente cantidad de agua para riego de extensas zonas ajardinadas (650 000€ anuales solo para riego).

Nota. El articulo “Huella energética en el ciclo integral del agua en la Comunidad de Madrid” muestra una huella energética elevada en la EDAR de Tres Cantos, que supuestamente abastece la distribución de agua reciclada para riego

Se podrían citar otros aspectos de la actividad municipal que se sumarían a los mencionados, todos ellos contribuyen a una dinámica de crecimiento que amenaza la sostenibilidad y el futuro, tanto nuestro como de nuestros hijos. De forma aislada, puede parecer que cada uno no supone una amenaza real seria, tendemos a pensar que se encontrará la manera de adaptarnos sin sufrir consecuencias indeseables. Pero lo que si que es realmente preocupante es la falta de una planificación integrada que nos permita prepararnos para afrontar la crisis global que ya nos está acechando. Se trata de una actitud irresponsable de los gestores municipales frente a los vecinos.

Cuando estos preparativos se conviertan en inaplazables no contaremos con tiempo ni con recursos económicos para afrontarlos.