Mucho se habla sobre los Fondos Buitre. Sobre todo cuando ese Fondo Buitre es el propietario de tu vivienda. Se dice que no repara. Se dice que no rehabilita más que el envoltorio. Pero no se dice nada cuando ese Fondo Buitre es copropietario de tu finca. Es decir, que es un vecino más… pero sin serlo.

Los que habéis seguido el caso de las Mil Viviendas de Tres Cantos sabréis que estas viviendas fueron vendidas al Fondo Buitre Fidere por menos de la mitad de lo que nos costó a nosotros finalmente. Y fue porque se vendieron por módulo, es decir, en bloque.

Tener como casero a un Fondo Buitre es un infierno. Cuando hay problemas no aparecen. Sólo lo hacen a la hora de cobrar. Si se rompe algo es el inquilino el que debe solucionarlo. Si hay algún problema general en la finca… nadie se responsabiliza.

Los que compramos nuestras viviendas en Tres Cantos pensábamos que con la compra podríamos ejercer presión para que Fidere se hiciera cargo de las reparaciones. Pero ni por esas.

Tenemos cámaras de seguridad rotas desde el año 2016 que el Fondo Buitre no quiere reparar. ¿Su excusa? Que la empresa de Seguridad miente mucho y que probablemente no hay que hacer nada al respecto. Se les muestran los partes de intervención de los técnicos (fechados en 2016, 2017 y 2018), y siguen sin verlo. Mientras tanto, los inquilinos (que son los que les pagan), y los propietarios vemos constantemente cómo se pisotean nuestros derechos.

Que a Fidere le importa más el envoltorio que el contenido es un secreto dicho a gritos. Que quieren instalar piscina, gimnasio, solárium y un picadero para ponys voladores y unicornios de colores, es tónica general en todas sus urbanizaciones. Aun desoyendo los consejos de los que saben más que ellos: que los terrenos son malos, que no aguantan, que los edificios se caen a trozos y que esto no es más que ponerle un lazo rojo a una mierda. El lazo es bonito. Queda bien. Pero no deja de ser una inmensa y soberana mierda.

Cada decisión de la urbanización hay que tomarla con ellos, que no están dispuestos a invertir ni un céntimo de sus inmensos ingresos en algo tan importante como la seguridad, el agua corriente, la calefacción o reparaciones urgentes de desperfectos que había previos a la compra.

Los vecinos se impacientan, se enfadan y se desesperan. Y con razón. Pero Fidere continúa con sus prácticas abusivas y despreciativas. Sólo les importa el dinero.

Estos meses, he llegado a escuchar de sus propios labios que los propietarios somos “paletos” por no saber apreciar los cambios unilaterales que han realizado en la estética de unos portales (cambios que se saltan a la torera los acuerdos adoptados en Junta). O que somos una “comunidad de mierda” [sic] porque les plantamos cara e intentamos hacer prevalecer nuestros derechos frente a los de una empresa que aún no se ha enterado de que las Mil Viviendas son viviendas de Protección Oficial. Una empresa que piensa que todo se puede comprar y que todos tenemos un precio. Han llegado a decir que la estética de las Mil huele a pobreza (así, tal cual). Tal es su clasismo y su desprecio por nosotros. Tal es el desprecio que tiene Fidere por 1000 familias de Tres Cantos.

Algunos vecinos seguimos luchando por nuestros derechos. Pero pocos. Es la lucha de David contra Goliat. La lucha de una empresa que ha venido a quedarse con todo. Aunque por el camino haya gente que se deje la piel.

Pretenden hacer unas obras faraónicas e innecesarias en la finca alardeando de que van a invertir tres veces más de lo que en realidad invertirán. Y haciendo obras como suele hacerlo Fidere: dejando las cosas a medias para que parezca que hacen mucho, pero en el fondo sigue todo igual. ¿Sus objetivos? Cobrar alquileres de 1.000 – 1.200€ mensuales para seguir engordando las arcas de Papá Blackstone mientras esos ingresos no se ven repercutidos en las fincas ni en las instalaciones. Negocio redondo. Pago poco por algo, invierto menos, pero saco rentabilidad. Si por el camino pisoteo a cuatro pobres tricantinos, aunque sean propietarios, me dará igual. Tal es su ética y su moral. Nula.

¿Hasta cuándo tendremos que sufrir que se permita a grandes empresas gestionar vivienda pública? ¿No se puede revertir el cambio? ¿Realmente los poderes públicos siguen pensando que la gestión de lo público en manos privadas es la mejor gestión?

Sólo diré una cosa para aquellos que piensan esto: Mi casa era mi sueño. Era mi castillo y mi refugio. Ahora, gracias a Fidere y a los poderes públicos, se ha convertido en una pesadilla de la que no puedo escapar. Ojalá extrapolaran esta última reflexión a lo suyo y pensaran en cómo se sentirían ellos si sus hijos, hermanos o sobrinos tuvieran que lidiar día tras día con un Fondo Buitre como Fidere.